jueves, 15 de diciembre de 2011

23/11/11

La cita era ineludible. Estaba ansiosa pero después de tanto tiempo esperando encontrarla no tenía muy claro el por qué había acudido hasta allí. Terciopelo rojo en las cortinas, veladores de cabaret con sus mesas de mármol erosionadas por el alcohol y las palabras consumidas sobre ellas. Y una luz tenue, como de otro tiempo.
Empezaba a sospechar que tanta expectación no podría más que acabar en decepción. ¿Por qué había tardado tanto en volver? Su voz me había atrapado desde el primer instante en que la escuché. Se me quedó a vivir dentro a pesar de no hablar el mismo idioma. Era desconcertante conocer en persona a la propietaria.

Comenzó. Lula estaba a un par de metros escasos, con su pequeña guitarra. Me pareció que le costó entrar un par de canciones, pero poco a poco, trovando la noche, la hizo eterna.