[...]Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre,
sino que el hombre pertenece a la tierra.
El hombre no ha tejido la red de la vida:
es sólo una hebra de ella. [...]
Últimamente duermo poco. Me despierto muy temprano y aprovecho para poner en orden mis ideas, calzarme unas zapatillas y salir a correr por los caminos,que dicho sea de paso, ofrecen un espectáculo grandioso al amanecer.
En el segundo estadio de ese proceso esta mañana, se me ha unido con un café rápido en el puesto de mando
Mengis Can, agrocelebrity del planeta Junkilia. Los junkilianos, tienen la extraña habilidad de presentarte cualquier hecho trágico de manera tal que no puedas por menos que esbozar una sonrisa en su relato. Mengis Can no es excepción sino excepcional; me contaba esta mañana su posición al respecto de las Guerras contra el hierbazo. La histórica contienda, tiene estos días seriamente involucrados a ambos bandos, que luchan con denodada resistencia frente a los ímpetus contrarios. Mengis Can me describía los escenarios de batalla, los múltiples efectivos y aliados con los que cuenta el contrario, las armas de los confederados... todo con la pasión propia del viejo guerrero pero con cuidado, porque sabe que yo simpatizo con el enemigo, lo que me hace objeto de críticas y burlas... pero eso no me importa, porque tengo mis argumentos. La diferencia es que mi concepción es global y se me ponen los vellos de punta y pierdo la sonrisa inducida por los encantos junkilianos cuando sé del uso indiscriminado del
glifosato que contamina las aguas, los suelos, los seres vivos...
No entienden que para continuar es necesario ya parar la guerra y pactar con la vida! Este tiempo exige la necesaria bioconciencia y de la actuación como especie que comparte espacio con otras. Cuando las abejas, hormigas, termitas, actúan en grupo, son inteligentes... nosotros en grupo somos aún más irracionales, y ése, es uno de nuestros grandes problemas.