lunes, 4 de mayo de 2009

Aclaraciones

En la anterior crónica, explicaba por qué decidí hacerme esteticién: las idas y vueltas que tuve que dar hasta que comprendí que mi camino eran las pinzas y la laca. No han querido los dioses y mi torpeza que quede escrito, así que sólo quedará como un vago sueño en la memoria de unos pocos seres errantes que lo encontraron. O quizás ni siquiera fuera así.

Os dejo en todo caso los posos del té de aquella entrada ciega. La razón última por la que bebí el veneno del tinte. Sin anestesia ni red.

Por las noches me parece oir hablar a mis abuelas entre risas:
- ¡La vida en la nebulosa no es tan extraña como parecía al principio!.
- Ja, ja, ja! Siempre que tengas a mano una biodramina, claro.
- ¡Anda con dios! eso, y que mantengas a los baobabs a raya...

No se me ocurre otra forma más arcana de decirlo; que comparto sangre con los hijos de Saturno.

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